La acusación que se llevó a cabo contra la ya expresidente fue una consecuencia de los problemas de la economía. Las leyes fiscales de Brasil no permiten un déficit superior al 3% del PBI y que sean usados recursos de los bancos públicos para pagar programas sociales, pero sí del Tesoro. Como ya no había dinero suficiente en el Tesoro en los últimos años para hacer esos pagos, el Gobierno quebró esa regla y eso constituyó un crimen.
Con el exceso de gasto público, el Gobierno no pudo financiar proyectos de inversión a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social y tampoco pudo seguir con los gigantescos subsidios para compras de viviendas y autos de los últimos años. Además, la población se endeudó. Resultado: lo que antes hizo que Brasil llamara la atención del mundo por salir fácil de la crisis financiera internacional de 2008, ahora puso al país en un agujero fiscal.
El reflejo de la angustia popular se sintió antes en São Paulo, principal centro de producción industrial, adonde Dilma había perdido la elección en 2014 por más de 20 puntos contra Aé- cio Neves. Pero, después de la reelección de la presidente, la recesión afectó fuertemente a las distintas regiones del país y Rousseff tuvo que hacer todo lo que su adversario promulgaba y ella acusaba: aumento de tasas de interés, devaluación de la moneda, recorte de programas sociales y subsidios. Por otro lado, el ajuste quedó corto, poco creíble y para muchos sonó como un “hurto electoral”. Otro problema fue el avance de la operación Lava Jato (Lavado de Autos) por la Policía Federal y la fiscalía del estado de Paraná. Allí se descubrió que políticos del Partido de Los Trabajadores, Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y el Partido Progresista (PP) elegían a los directivos de Petrobras con el objetivo de beneficiar empresas de construcción a través de sobreprecios. La plata volvía a ellos con la financiación de las campañas políticas por las empresas beneficiadas. Este fue otro aspecto que arruinó la economía. Petrobras, una vez la tercera empresa de energía más grande del mundo, prácticamente quebró. Odebrecht, la gran empresa de construcción, además de otras empresas investigadas, casi se paralizó. Por sus fueros, Dilma todavía no pudo ser investigada, pero varios delatores ya dijeron que tenía conocimiento de todo
Sobre Michel Temer pesa la posibilidad de que pueda repetir el escenario de 1992, cuando tras la salida de Collor llegaron Itamar Franco con Fernando Henrique Cardoso y la estabilidad económica se desplomó. La operación Lava Jato no la puede detener. Pero debe lograr la gobernabilidad por su experiencia como profesor de Derecho Constitucional y expresidente de la Cámara de Diputados. Temer ya dio una señal fuerte al mercado con Henrique Meirelles y va a trabajar con más concesiones al sector privado para mejorar la infraestructura del país, recorte de gastos y apoyó al sector productivo. El desafío más grande es el desempleo, que afecta a más de 10 millones de brasileños.
Lo que es cierto es que va a llevar tiempo, incluso para que la Argentina sienta. Para el “real”, la perspectiva no es de muchos cambios. La salida de Dilma genera más confianza en la moneda, pero Meirelles ya señaló que no quiere una divisa demasiado fuerte que pueda perjudicar a los exportadores.
Por Luís Henrique Vieira – Periodista económico, colaborador en Buenos Aires del sitio Agriculture.com y de las revistas de la Editora Globo (Brasil).
