Comprar ropa de marca en Argentina podría considerarse un lujo exclusivo para unos pocos. Un jean de marca oscila los $ 1.500, un par de zapatillas deportivas Adidas, Puma o Nike cuesta $ 1.700, un vestido de mujer de Zara supera los $ 1.000, una camisa de hombre ronda los $ 800, un traje (camisa, pantalón y corbata) de primera marca vale $ 4.000, y así sucede con la mayoría de la prendas de marca.
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Los productores textiles reconocen que la ropa en nuestro país es cara, de todas formas desde el sector aseguran que solo un 20% del precio final de una prenda, comercializada en un shopping o en una calle comercial, corresponde al costo de fabricación que tuvo el empresario. Un porcentaje cercano al 55 % del precio final del producto se destina al pago de impuestos, al de gastos inmobiliarios por alquileres en calles comerciales y/o shoppings, los gastos financieros relacionados al uso de tarjetas de crédito y débito y promociones bancarias.
El peso impositivo
Las causas que explican esta situación la encontramos en la composición del precio final de una prenda de marca. Los impuestos se llevan el mayor protagonismo, algo habitual en un país como Argentina que tiene la mayor presión tributaria de la región. En lo que respecta al precio de la ropa, los impuestos significan el 25 % del valor total. Entre los tributos que corresponde abonar se encuentran el IVA, los Ingresos Brutos, impuesto al cheque, Impuesto a los Débitos y Créditos bancarios, Ganancias, aportes y ABL.
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Por otra parte, y desmenuzando los componentes responsables del elevado precio final de una prenda de marca, el sistema financiero representa un 15% del costo final. Los bancos cobran un 3% por la utilización del posnet y un 12% si las marcas piden por adelantado que el dinero por la venta realizada les sea transferido antes de las 48 horas. Además, el programa «Ahora 12», que permite pagar en 12 cuotas, representa cerca del 10% del costo directo. Dentro de los costos de fabricación, que equivale un 20% del precio final, se incluye todos los procesos relacionados a la producción textil como el procesamiento de la fibra, el hilado, producción del tejido, el teñido y el acabado de las telas, el corte, la confección.
El pago de los alquileres en calles comerciales o shoppings equivale un 15 % del costo de la prenda; a su vez la distribución y comercialización requiere de un idéntico porcentaje al concepto anterior, y por último , las marcas invierten un 4,7% en marketing y diseño de prendas. En conclusión, el 55 % del precio de una prenda corresponde a actores no pertenecientes a la cadena de producción, mientras que el 45% corresponde a etapas de la cadena de valor, compuesto por el costo de fabricación del producto, el diseño y marketing, la comercialización y distribución. Lo que resta es rentabilidad.
Contrabando
Un gran inconveniente para la industria textil es el contrabando de ropa proveniente de China, en el 2015 ingresaron US$ 445 millones en mercadería textil china sin ser blanqueada en la Aduana argentina, superando de esta manera el máximo nivel de contrabando que se había registrado en 2011. Durante el 2016, el nivel de ilegalidad bajo considerablemente.
En muchos países de la región se produce poca ropa, sino que importan desde Oriente a precios muy bajos, porque en esa región producen a notables cantidades, de allí que los precios sean más económicos. En nuestro país los productores logran una escasa rentabilidad, porque participan muchos intermediario, como el caso de una empresa que fabrica jeans, se los vende a una marca, la marca se los vende al mayorista, el mayorista al comerciante y recién allí llega al consumidor.
Por Matías Antonuccio
