Que Hacemos con los Pesos
El dólar sin techo volvió a encender alarmas

El mercado pierde fe: reservas bajo presión y dólar en alza

Analistas desmenuzan la crisis: intervención del BCRA, fuga de reservas y el rol del dólar como refugio en medio de la incertidumbre política.
22-09-2025
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Mariano Otálora presentó un análisis exhaustivo sobre la semana financiera que puso otra vez en tensión a los mercados argentinos: la caída de reservas, la suba del Riesgo País, la ropa sucia política y, sobre todo, el dólar que se mostró sin techo. En un programa con la participación del economista Orlando Ferreres, el periodista Walter Brown, y los analistas Gustavo Gardey, co-fundador de Bull Road Investments y Cristian Marconi de SBT Valores, se desmenuzaron causas, efectos y alternativas para inversores y empresas en un contexto donde el dólar ocupa el centro del debate.

¿Qué pasó esta semana con el dólar y las reservas?

La semana fue crítica. En apenas unos días el Banco Central debió intervenir vigorosamente para contener la suba del dólar y, como resultado, las reservas se redujeron en más de 1.100 millones de dólares. Esa cifra, repetida por los analistas durante el programa, es el síntoma más visible de una dinámica que combina tensión política, flujos cambiarios y falta de confianza en la gobernabilidad. El dólar, en ese escenario, dejó de ser una variable manejable por bandas y pasó a mostrarse como una presión constante y ascendente.

El equipo coincidió en que el problema que enfrenta hoy el Gobierno es de corto plazo y eminentemente político: la gestión económica se encuentra condicionada por la cercanía de las elecciones y por la percepción de riesgo político que generan las dudas sobre la capacidad del Poder Ejecutivo de sostener su programa. En ese marco, el dólar se comportó como el refugio natural: subió, generó brechas cambiarias y reprimió aún más la confianza en activos locales.

Reservas, intervención y mensajes al mercado

La intervención del Banco Central para sostener el techo de la banda cambiaria, conforme describieron los panelistas, fue intensa y costosa en reservas. El dólar llegó a testear la banda y el Gobierno respondió con la venta de reservas hasta el límite que hoy parece excesivo para muchos analistas. La frase más gráfica del ministro —"vamos a vender hasta el último dólar para defender el techo de la banda"— mostró la escasez de alternativas y la prioridad de sostener una regla que, para el mercado, ya perdió credibilidad.

En ese contexto se discutieron varias opciones que tiene el Ejecutivo:

  • Seguir defendiendo la banda a costa de perder reservas.
  • Relajar la banda o permitir una flotación mayor del dólar para ajustar el tipo de cambio al equilibrio teórico.
  • Solicitar apoyo externo —un préstamo o garantía— para detener la sangría de reservas.
  • Tomar medidas más extremas (controles, reperfilamiento) si la pérdida de reservas se profundiza.

El análisis técnico de Orlando Ferreres puso números: la paridad teórica bilateral con Estados Unidos que ajusta por el déficit fiscal lleva el tipo de cambio hacia cifras del orden de los 1.570-1.650 pesos por dólar. Es decir, el valor que los mercados demandan ya está cerca de una paridad que el esquema de bandas no estaba dispuesto a aceptar. Si el Gobierno optara por liberar la banda, el dólar podría acomodarse en ese rango y aliviar la presión sobre las reservas, pero con costos políticos y de transmisión inflacionario en el corto plazo.

La alternativa del préstamo del Tesoro de EE. UU. y la estrategia diplomática

Ante la evidente presión, el Gobierno organizó un viaje del ministro de Economía junto al Presidente a la Asamblea de Naciones Unidas, con la intención de dialogar con autoridades del Tesoro de Estados Unidos y buscar apoyo que respalde reservas o facilite un mecanismo de financiamiento. Walter Brown describió esta gestión como una maniobra necesaria para crear un "baluarte" que detenga la marea de demanda de dólar. El objetivo: generar confianza inmediata y, si fuera posible, aliviar el Riesgo País.

Varios escenarios fueron analizados. Si esos dólares se destinan a recompras de bonos, la reacción del mercado podría ser positiva: subirían las paridades y disminuiría el riesgo de default. Si en cambio el financiamiento se usa solo para defender la banda —es decir, vender los dólares en el mercado spot—, muchos inversores lo interpretarían como una ampliación de pasivos y no como una solución estructural, lo que no calmaría la ansiedad sobre el dólar en el mediano plazo.

Quién compra dólar y por qué: flujos, liquidaciones y pánico

No todo lo que incrementa la demanda de dólar es nueva compra con pesos genuinos. Los panelistas distinguieron entre compras y liquidaciones. Gustavo Gardey, co-fundador de Bull Road Investments, explicó que gran parte del movimiento reciente responde a desarmes de posiciones apalancadas: mesas de dinero, fondos y bancos que cierran posiciones y convierten en dólar aquello que pueden. Es decir, hay pánico de mercado, no necesariamente una demanda comercial firme por dólar para importaciones o gastos corrientes.

Adicionalmente, hubo rescates masivos en fondos comunes de inversión, especialmente money market, cuyos partícipes hoy buscan refugio cambiario. Esa salida de pesos de fondos de liquidez genera presión adicional sobre la cotización. El argumento central: la gente y las empresas prefieren dólar a pesos porque la confianza en la demanda de dinero local está cayendo, un fenómeno que retroalimenta la suba del dólar.

Brechas y arbitrajes: oficial vs. financiero

En la geografía de la crisis existe una distancia entre el dólar oficial y el dólar financiero (conocido como Dólar MEP, contado con liquidación, etc.). Esa brecha incentiva arbitrajes: obtener dólar a precio oficial —cuando se puede— y venderlo en el mercado financiero, generando ganancias y presión sobre la oferta y demanda de dólar. Estos arbitrajes, sumados a desarmes de fondos, empeoran el cuadro y explican por qué defender la banda con reservas resulta caro y poco efectivo en el mediano plazo.

Riesgo País, bonos y oportunidades

El Resgo País escaló a niveles alarmantes, recorriendo y superando la barrera psicológica de los 1.500 puntos. Esa cifra impacta todas las decisiones financieras: encarece la deuda, ahuyenta la inversión extranjera y provoca caídas drásticas en paridades de bonos y acciones. Los bonos argentinos presentan hoy paridades históricamente bajas, lo que, desde la óptica de algunos gestores, genera oportunidades para inversores dispuestos a asumir riesgo político.

Gustavo Gardey, co-fundador de Bull Road Investmetns, y otros analistas señalaron que ciertos bonos, como el AL30 o títulos con vencimiento en 2027, ofrecen yields y recuperación de capital potencialmente atractivas si el Gobierno logra cumplir sus compromisos. El ejemplo citado fue contundente: comprar G30 o AL30 a paridades actuales podría implicar recuperar más del 70% del capital en escenarios donde no exista default. Pero la advertencia fue precisa: esa inversión supone aceptar la posibilidad real de reestructuración y de pérdida si la gobernabilidad se deteriora.

¿Recompras con reservas o con desembolsos externos?

La idea de recomprar bonos con dólares frescos fue uno de los puntos álgidos. Si los fondos internacionales o el Tesoro de EE. UU. desembolsan dólares y esos se usan para recompras en el mercado secundario, la noticia podría actuar como un shock positivo en las cotizaciones y reducir el dólar financiero. En cambio, emplear esos dólares para sostener la banda es una medida de alivio temporal que no ataca la raíz del problema: un esquema de confianza y un sendero fiscal y monetario creíbles.

Política económica y horizonte electoral: la restricción de tiempo

Varios panelistas subrayaron un punto clave: todo se juzga en función del calendario electoral. Las decisiones de política económica se constriñen por la cercanía de las elecciones y por el costo político del ajuste. De ahí que medidas de mayor calado —como una devaluación fuerte o un cambio de régimen cambiario— resulten políticamente peligrosas en plena campaña. El resultado es un Gobierno que opta por medidas de corto plazo, mientras pospone reformas estructurales necesarias para atraer inversión y reducir la presión sobre el dólar.

Orlando Ferreres detalló que el Gobierno debería pensar en un relanzamiento post-elecciones. La prioridad inmediata es sostener lo necesario hasta el 26 de octubre; la prioridad mediana es diseñar un plan para bajar el gasto público —hasta acercarlo al 25% del PBI consolidado— y atraer inversión que aumente la productividad. Sin inversión, el argumento es cristalino: no hay generación de empleo, no hay aumento del salario real y, por ende, no hay reactivación del consumo.

Inversión, productividad y el debate sobre un "Dólar alto"

La conversación abordó un tema recurrente en la economía argentina: ¿es conveniente un dólar alto? Hay posturas encontradas.

Una postura sostiene que un dólar alto es un mecanismo de ajuste que equilibra la balanza de pagos y protege el sector externo; la otra argumenta que elevar el dólar sin una mejora de la productividad solo empuja los precios y no genera crecimiento real. El panel coincidió en que el objetivo de largo plazo debe ser atraer inversión productiva, porque los países que experimentaron mejoras sostenidas en productividad vieron apreciaciones del tipo de cambio real, no depreciaciones eternas.

En el corto plazo, sin embargo, un dólar más alto podría aliviar desequilibrios externos y ayudar a la competitividad del sector exportador. El punto clave es que la medida solo será sostenible si va acompañada de reducción del déficit fiscal y de señales de orden macroprudencial.

Impacto en la economía real: salario, consumo y empresas

La suba del dólar tiene efectos directos en la calle. Muchas empresas tienen costos dolarizados —por insumos importados o cadenas globales— y un aumento brusco del Dólar implica absorber más costos cuando las ventas no acompañan. Eso se traduce en márgenes comprimidos y riesgo de cierre para firmas vulnerables. Orlando Ferreres y Walter Brown llamaron la atención sobre el límite de resistencia: muchas compañías ya fijaron su umbral de tolerancia en torno a cierto nivel del dólar, más allá del cual la viabilidad operativa se vuelve crítica.

En términos laborales, el salario real recuperó parte de la caída vista a comienzos del año, pero sigue aproximadamente un 30% por debajo de niveles de años recientes. Sin mejoras en productividad e inversión, la recuperación del salario real será difícil de sostener. Por eso los panelistas enfatizaron que las medidas deben mirar más allá de la corrección cambiaria y orientarse a impulsar obra pública, licitaciones y sectores que generen empleo de calidad.

Mercados y estrategias de inversión: ¿Dónde posicionarse cuando sube el dólar?

Ante la volatilidad, la pregunta central para ahorristas e inversores es: ¿comprar o esperar? Las respuestas variaron según perfil de riesgo.

Renta fija: bonos soberanos y Bopreales

Los especialistas vieron oportunidades en renta fija, especialmente en bonos denominados en dólares con paridades muy bajas. La lógica: si el riesgo es esencialmente político y de corto plazo, y si el Gobierno cumple sus vencimientos, la recuperación ofrece retornos significativos. Bonos como AL30 o AL29 fueron mencionados como apuestas para inversores con horizonte y tolerancia a volatilidad, porque las paridades actuales permiten recuperaciones de capital muy altas si el escenario de default se evita.

Renta variable: acciones locales y CEDEARs

En acciones, la recomendación fue más prudente. La bolsa argentina se encuentra en niveles deprimidos y ha caído más que muchos mercados emergentes, pero la renta variable está más expuesta al riesgo político y a cambios bruscos de régimen. Para inversores agresivos y con horizonte, comprar en pánico puede ser rentable; para perfiles conservadores, esperar mayor claridad post-elecciones fue la recomendación dominante.

Los CEDEARs fueron valorados como un vehículo de cobertura cambiaria y una puerta de acceso a empresas argentinas con menor riesgo de exposición directa al dólar local. En carteras combinadas, un mix entre bonos en dólares, papeles locales y CEDEARs fue propuesto como balance prudente.

Money markets, fondos comunes e instrumentos de corto plazo

La fuga desde los money markets y fondos de liquidez implicó una presión directa sobre el tipo de cambio. Pero también hay instrumentos de arbitraje que ofrecen rendimientos interesantes en dólares: cauciones en dólares y pagarés corporativos en moneda dura. Estas operaciones, cuando se ejecutan con emisores de calidad y vencimientos cortos, pueden generar un 10-12% anual en dólares si se gestionan con cuidado y contrapartes solventes.

Sector nuclear: la propuesta de diversificación a largo plazo

En una tanda del programa dedicada a inversión sectorial, Cristian Marconi de SBT Valores presentó la energía nuclear como una apuesta estructural vinculada a la revolución tecnológica. Su tesis: la inteligencia artificial y los centros de datos demandarán energía constante, limpia y con huella de carbono baja, lo que coloca a la energía nuclear en una posición estratégica.

Marconi la dividió en tres subsectores:

  1. Compañías integradas de energía nuclear (por ejemplo Dominion, Duke, Exelon): perfiles conservadores, con generación estable y pagos de dividendos.
  2. Productoras de uranio (Cameco, Centrus Energy, Uranium Energy): exposición al combustible nuclear, con especial atención a la reciente suba por razones geopolíticas.
  3. Startups de microreactores: alto riesgo y alto potencial. Son empresas que aún no tienen flujo de caja positivo pero que podrían beneficiarse enormemente si se masifica la adopción de microreactores para bases de datos y usos industriales.

Marconi destacó a Centrus Energy por su desarrollo de uranio ultraenriquecido y por la oportunidad que representa la desdolarización o reconfiguración de la cadena de suministro de combustible nuclear, dadas las tensiones geopolíticas en torno a la provisión global de uranio.

Cartera sugerida en un contexto de dólar volátil

Tras el intercambio, los panelistas propusieron una cartera prudente para atravesar la inestabilidad actual. Las recomendaciones generales fueron:

  • Mantener liquidez (20%) para aprovechar oportunidades y eventuales caídas adicionales.
  • Asignar un porcentaje importante a instrumentos en pesos con cobertura y a activos dolarizados (CEDEARs, bonos soberanos y Bopreales) (~80% restante distribuido con criterio).
  • Uso selectivo de futuros de dólar a corto plazo como cobertura frente a escenarios de liberación de la banda cambiaria.
  • Bonos corto a mediano plazo indexados a inflación o con rendimiento real atractivo para protegerse de aceleraciones inflacionarias derivadas del ajuste cambiario.
  • Una porción en acciones (10-20%) para inversores con tolerancia al riesgo, priorizando empresas con caja, políticas de recompra de acciones y capacidad de generación de dólares propios.

La sugerencia fue clara: diversificar, protegerse con activos en dólar cuando sea posible y evitar exposición pura a pesos sin cobertura hasta que el cuadro político y macroeconómico se aclare. La combinación de bonos en dólares (AL30, GD30), algunos Bopreales y posiciones en caución y pagarés en dólares fue catalogada como la estrategia intermedia más razonable.

Riesgos políticos: gobernabilidad y elecciones

El factor político pesa tanto o más que las variables económicas. Si el Gobierno llega a octubre sin un respaldo suficiente en el Congreso, sus posibilidades de implementar reformas estructurales que reduzcan el déficit y atraigan inversión disminuirán drásticamente, lo que a su vez empujará al dólar a nuevos niveles y hará subir el Riesgo País. Walter Brown fue enfático en señalar que, sin señales políticas de pragmatismo y negociación, cualquier esfuerzo técnico para calmar al mercado será insuficiente.

Los analistas condicionaron la evolución de los mercados a dos resultados políticos: si el oficialismo obtiene un resultado que le permita negociar y gobernar, la probabilidad de estabilización del dólar y de recuperación en activos locales aumenta; si no, la opción del mercado será escapar a dólares y activos externos, presionando reservas y generando más volatilidad.