viernes, mayo 3, 2024

El Gobierno no consigue achicar el déficit fiscal

El déficit del primer semestre llegó a los $217.039 millones, un 39,5% superior al rojo de iguales meses 2015. Se cree que, de todas maneras, el desequilibrio crecerá en la segunda mitad del año.

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Los malos números fiscales de junio –con un rojo de $83.934 millones, un 96,7% superior al de un año atrás– abultaron el déficit del primer semestre. Así, sin las “ayudas” del BCRA ni de la ANSeS, el déficit entre enero y junio fue de $217.039 millones, un 39,5% superior al rojo de iguales meses 2015, de acuerdo a los números de Hacienda, “base caja”.

Los datos de la ejecución presupuestaria muestran también, sin las transferencias del BCRA y ANSeS, un déficit de $193.238 millones, un 41,3% por encima de los $136.804 millones del año pasado, de acuerdo a las cifras de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) que, además, destaca que “los intereses de la deuda pública sumaron $91.000 millones en el primer semestre, un 87% más que los intereses pagados un año atrás”. Ambos números marcan que el déficit se mantiene alto, en línea con la suba de la inflación.

Por el lado de los ingresos, hubo una fuerte caída de los derechos de exportación por las menores ventas externas y por la reducción y/o eliminación de las retenciones, y del IVA por la baja del consumo.

Los ingresos por impuestos y Seguridad Social en el semestre aumentaron 26,8% y los gastos incluidos los intereses, un 31,4%. Este rojo de las cuentas públicas se alcanzó con menores gastos de capital que descendieron en términos nominales un 4,1%, evidenciando un fuerte ajuste en los gastos vinculados a las inversiones en infraestructura y obra pública.

Ariel Barraud y Gonzalo Torres, del IARAF, dicen que descontando la inflación, “el estado real de las cuentas públicas en el primer semestre del año se encuentra deteriorado con relación a 2015. Los ingresos totales muestran una contracción de 2,8%, que se profundiza si se excluyen las Rentas de la Propiedad (BCRA/ANSeS), alcanzando una merma de 5% en relación con el año anterior”.

“En lo referente al gasto –agregan– se observa también una contracción real en casi todos los rubros”, pero “el Gasto de Capital es una de las partidas que más deterioro ha sufrido, y en la actualidad se observa una contracción de 28,5%, merma impulsada por la caída en las Transferencias de Capital al sector público, que se contrajo 38,4% en términos reales. Por su parte, la Inversión Real Directa mostró una caída de 19,8%. Sin embargo, las mermas en los gastos de capital deben ser tomados con cautela, dados los hechos de corrupción (y sobreprecios) en que estaría implicada la obra pública de los años anteriores”.

La conclusión del IARAF es que “en la primera mitad del año el déficit fiscal en términos reales resulta inferior al de 2015. Sin embargo, si se excluyen las Rentas de la Propiedad de FGS y ANSES, el resultado fiscal de 2016 es un déficit superior al del año anterior. El resultado primario, por su parte, muestra una mejora considerable con relación al del año pasado, reduciéndose el déficit un 9% si se excluyen las rentas, y un 43% si se las considera. Esto da señales de una leve mejora en la situación fiscal primaria, aunque la situación de pagos de intereses de deuda está resultando una variable de relevante importancia”.

El ex secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, opina que “el desempeño presupuestario del Gobierno nacional estuvo condicionado en el primer semestre del año por una imprescindible tarea de revisión de los pagos, sobre todo en la obra pública y en la compra de algunos insumos críticos para el sector energético, como las importaciones de gas. En la mayoría de los casos se verificaron sobreprecios, e incluso pagos ya realizados por obras que no se hicieron. Esto tuvo un efecto de contención del gasto público, producto del “sentarse sobre la caja”, no de un ahorro genuino de un gobierno que se haya autoimpuesto un plan de austeridad, como la situación inflacionaria lo ameritaría”.

Luego, “a partir de abril, y en forma gradual el Gobierno trató de acelerar las licitaciones y las adjudicaciones de obra pública, que pasaron a ser valorizadas como mecanismo dinamizador en una economía en contracción, producto del menor ingreso disponible a consecuencia de los aumentos de tarifas y de la erosión inflacionaria que fue muy fuerte”.

“Esta dinamización en la obra pública, sumada a los pagos a los jubilados siguiendo lo dispuesto en materia previsional, deja entrever que el gasto público se va a ir acelerando fuertemente a medida que avance el año y se aceleren los desembolsos. En esta perspectiva, se presenta como muy difícil que el Gobierno pueda cumplir con las metas presupuestarias que se fijaron a principios de año de un déficit no mayor del 4,8% del PBI, con una asistencia del Banco Central a la Tesorería limitada a $160.000 millones para el ejercicio. No hay que sorprenderse si para “cumplir con el anuncio de un déficit contenido” el año termina con un stock importante de “libramientos impagos”, esto es deuda por obras realizadas que se pagan en el ejercicio siguiente”, concluye Nielsen.

Fuente IEco

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